José Luis Cabezas a 25 años: cómo fue su asesinato
José Luis Cabezas: cómo fue su asesinato, la investigación del caso y dónde son los actos en su memoria . Cabezas había conseguido tomar una fotografía del empresario Alfredo Yabrán.  Fue asesinado con dos disparos en un crimen que sacudió a la sociedad y al mundo político. Por Fernando Amato. Se cumplen 25 años del crimen de José Luis Cabezas. El fotógrafo de la revista Noticias fue asesinado de dos disparos y su cuerpo calcinado dentro del auto que utilizaban para cubrir la temporada en Pinamar. Fue el crimen político y el mensaje mafioso más siniestro que se recuerde desde el regreso de la democracia. El entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, consideró que le habían "tirado un muerto" en plena pelea por la sucesión con el presidente Carlos Menem.
Una trama a la que se sumaban intereses económicos que tenían como 
protagonista al empresario Alfredo Yabrán. La justicia, la verdad y la 
memoria fueron un permanente reclamo en estos 25 años aunque no siempre 
se dieron en el mismo momento.
Cuándo y dónde serán los actos por Cabezas
Hoy,
 en distintos eventos se recordará la figura de Cabezas y se condenará a
 sus asesinos. A las 10, se realizará un acto conmemorativo en el 
Monumento que lo recuerda en la entrada de Pinamar, en avenida Bunge 
2100. “Plantaremos un árbol y se descubrirá una placa, como lo hacemos 
todos los años para esta fecha. Asistirán invitados especiales como el 
intendente de Pinamar y representantes de Caras y Caretas que este año 
le hicieron una edición especial, amigos, fotógrafos y la familia”, 
señaló Gladys Cabezas, hermana del fotógrafo. A las 19, habrá un acto en
 la cava donde mataron al fotógrafo. Luego, a las 20, se realizara el 
streaming en el canal de YouTube de Página/12 con la moderación de quien
 escribe y las palabras de Gabriel Michi (compañero de Cabezas en 
aquella fatídica temporada) y Gladys Cabezas, hermana del fotógrafo. A 
la misma hora, se inaugura una muestra en la Casa de la Cultura en 
General Madariaga. Por otra parte, la Asociación de Reporteros Gráficos 
de la República Argentina (ARGRA) realizará un acto a las 11, en la sede
 porteña de la entidad, en Venezuela 1433, con "No hay democracia sin 
justicia. No hay justicia sin verdad y no hay verdad sin memoria". 
También habrá varios actos en el interior del país como Villa Mercedes, 
Rosario, Villa María, Tucumán, y tantos otros.
Cómo fue el asesinato en Pinamar
Después
 de tres años de investigación, con todo tipo de maniobras tendientes a 
evitar que se pudiera llegar a la verdad, la Justicia llegaría con la 
sentencias del Tribunal de Dolores que condenó a cadena perpetua a los 
instigadores y autores materiales del crimen de Cabezas. En el juicio se
 pudo dictaminar que en la madrugada de aquel 25 de enero de 1997 José 
Luis Cabezas estaban cubriendo la fiesta de cumpleaños del empresario 
Oscar Andreani. Fuera, los asesinos merodeaban la zona y decidieron irse
 cuando fueron observados por unas vecinas. Ellas dieron avisó a los 
custodios de Andreani que llamaron a la comisaría de Pinamar para 
denunciar los movimientos sospechosos pero ningún patrullero se acercó a
 esa exclusiva zona de Pinamar Norte. A las 4, Michi decidió irse porque
 al día siguiente era su cumpleaños y unos amigos iban a visitarlo. Casi
 una hora después, Cabezas dejó el festejo de Andreani y se fue en el 
Ford Fiesta. En minutos llegó a su casa, ubicada en Rivadavia 1256. “Ahí
 está. Métanle caño y tráiganmelo”, ordenó el policía Gustavo Prellezo. 
Braga y González lo golpearon y lo subieron al auto de Noticias. Braga 
manejaba y González lo apuntaba con el arma. En el Fiat Uno, conducido 
por Prellezo, iban también los otros dos horneros, José Luis Auge y 
Miguel Retana. Mientras comenzaban a asomar los primeros rayos del sol, 
la caravana de dos autos tomaba por la ruta 11 hacia la ciudad de Buenos
 Aires. A los ocho kilómetros doblaron de golpe por un camino de tierra.
 Es un camino interminable de cinco kilómetros. Y ahí nomás estacionaron
 a un costado de la cava. Prellezo introdujo el auto de Noticias dentro 
de la cava. Hizo colocar a Cabezas, que había conseguido sacarle una 
foto a Yabrán, de rodillas en tierra al lado del asiento del 
acompañante. Ahí sonó el primer disparo. De inmediato, el segundo. Como 
una muestra de la premeditación del crimen, el policía Prellezo fue 
hasta su auto y tomó unos bidones con combustible y le ordenó a Braga 
que bajara. Con su arma le ordenó a Braga que rociara el auto con el 
combustible. En segundos, el fuego se apoderó del auto.
La responsabilidad de Alfredo Yabrán 
Conocer
 esta verdad llevó tres años de trabajo. Terminada la investigación se 
comprobó que Yabrán le dijo a su jefe de seguridad, Gregorio Ríos, que 
quería tener un verano tranquilo, sin periodistas ni fotógrafos 
molestos. También que el empresario se había reunido en diciembre con el
 policía con el mismo pedido. Se supo que Ríos contrató a Prellezo para 
sacarse de encima al equipo periodístico de Noticias con la complicidad 
de sus colegas uniformados Aníbal Luna (que marcó a los periodistas) y 
Sergio Cammarata (que ofreció la logística para ocultarlos en la costa).
 El comisario de Pinamar, Alberto “la Liebre” Gómez, liberó la zona. 
Prellezo contrató a Los Horneros para hacer el trabajo sucio. Para mayo 
de 1998, las pruebas que incriminaban a Yabrán como autor intelectual 
eran cada vez más evidentes. Cuando el juzgado ordenó su detención, se 
escapó. A los pocos días, cercado por la policía, se mató. Un escopetazo
 dentro de su boca estalló su cráneo (su rostro estaba casi intacto) y 
terminó con uno de los hombres más poderosos de esa Argentina de la 
corrupción y la impunidad. Aunque parecía inverosímil los estudios 
forenses y los testigos fueron concluyentes. Era Yabrán. Muerto el 
acusado se extinguió la causa en su contra. Porque a la Justicia no le 
interesa llegar a la verdad sino tan solo a la posibilidad de la 
condena. Y sin vida no hay condena. Pero tampoco verdad. Para su muerte,
 el sistema Excalibur había descubierto 122 llamadas entre Yabrán y su 
entorno con celulares de la SIDE que figuraban a nombre de Hugo 
Anzorreguy, el titular del organismo. También se encontraron llamadas 
entrantes y salientes con la Quinta de Olivos. Todas ellas en momentos 
claves de la causa Cabezas.
Con el suicidio y la posterior condena 
del resto de los imputados, todo parecía terminado. Pero cuando la 
mayoría de la sociedad bajó los brazos, llegó lo peor. Su familia, sus 
amigos y compañeros y sus abogados fueron los que dieron la voz de 
alarma. El 13 de noviembre de 2003, la Sala I de la Cámara de Casación 
bonaerense decidió recategorizar la figura del delito por el que se 
condenó a los asesinos de Cabezas y pasaron de “sustracción de persona 
agravada por la muerte de la víctima, en concurso ideal con homicidio 
simple con dolo eventual” a “privación ilegal con violencia en concurso 
real con homicidio”. En los dos casos se hablaba de un secuestro y un 
asesinato. Pero estos cambios de palabras redujeron las condenas de los 
imputados a entre 18 y 27 años de cárcel, algo muy diferente a una 
cadena perpetua. Sólo Prellezo quedó afuera de este beneficio porque sus
 abogados hicieron tarde la presentación. La verdad seguía ahí en el 
expediente pero la Justicia se escurría entre palabras difíciles de 
entender y compromisos políticos ocultos. Y de a poco los culpables, los
 asesinos, iban recuperando la libertad.
La herencia de Yabrán sigue 
viva como siempre. Entre empresas que quedaron en poder de su mujer y 
sus hijos y una cadena de testaferros y abogados comandados por quien 
fuera la mano derecha de don Alfredo, Héctor Colella. Mientras, Norma y 
José, los padres de José Luis, dejaron su vida buscando Justicia. 
Cristina, su viuda, y Candela, su pequeña hija, tuvieron que irse del 
país para emprender una nueva vida. En esas asimetrías la memoria, la 
verdad y la Justicia no siempre van de la mano. Pero es nuestra 
obligación tratar de mantenerlas unidas.








