Contra la reforma laboral
CGT: “Sigan sin escucharnos y terminaremos en un paro nacional”. La central obrera, acompañada de otras centrales sindicales, organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos, gritaron el rechazo a la reforma laboral y avisaron que comenzó un plan de lucha. Por Felipe Yapur. “Ojo con lo que hacen, porque el pueblo y la patria se defienden”, advirtió primero Octavio Argüello. Luego llegó el turno de Cristian Jerónimo: “El proyecto está escrito y redactado maliciosamente a favor de las grandes corporaciones y de las grandes empresas de la Argentina”, afirmó. El último en hablar fue Jorge Sola: “Este es el primer paso, sigan sin escucharnos, terminaremos en un paro nacional en todo el país”, aseguró.
Las frases retumbaban en Plaza de Mayo. Los triunviros de la CGT
hablaban en el escenario -que le daba la espalda a la Casa Rosada-
acompañados por todo el universo sindical y referentes del peronismo, la
izquierda, organismos de derechos humanos y organizaciones sociales. No
eran pocos, como especulaba y afirmaba el oficialismo, era una
multitud. Los bombos, platillos y bronces marcaban el ritmo de los
discursos sin saber, al menos en ese instante, que el gobierno reculaba y
desactivaba el tratamiento exprés de la dañina reforma laboral. Todo
quedaba para febrero porque habían confirmado que el proyecto sumaba más
detractores que aplaudidores. El gobierno sufrió un rotundo fracaso
durante el debate del Presupuesto 2026 en Diputados cuando legisladores
aliados se sumaron a las huestes que rechazaron el artículo que derogaba
la emergencia en discapcidad y el financiamiento universitario. Eso se
convirtió en una dura advertencia que la Rosada tardó en interpretar.
Patricia Bullrich, senadora oficialista que cabalgaba por los pasillos
del Senado en un pony, chicaneaba la movilización de la CGT sin
percatarse que esa multitud en Plaza de Mayo, pero también en otras
plazas de las provincias, se agrandaba con la negativa de algunos
gobernadores -peronistas incluidos- a acompañar las crueldades
legislativas de Milei.
La respuesta que eligió el oficialismo fue
dejar el debate de la reforma laboral en el Senado para el 10 de
febrero. La CGT y todas las organizaciones sindicales, políticas,
sociales, los trabajadores y los desempleados que estaban en Plaza de
Mayo, se habían anotado un triunfo.
Los discursos En la sede de la
CGT lo habían anticipado. El acto iba a tener un documento y solo tres
discursos. Sobre el documento circularon por lo menos tres versiones.
Los
primeros en ingresar al escenario fueron los triunviros. Se acomodaron
cerca del atril. En los tablones se fueron acomodando el resto de los
dirigentes que integran el consejo directivo, entre los que se
encontraban Héctor Daer (sanidad), Gerardo Martínez (Uocra), Víctor
Santa María (encargados de edificios), Julio Piumato (judiciales),
Sergio Palazzo (bancarios), entre otros. También había algunos invitados
sindicales especiales.
El camionero Argüello fue el primero en
arrimarse al atril que llevaba el texto “en defensa del trabajo y la
dignidad”. Es el mayor de los tres, el que tiene más experiencia.
No
se anduvo con vueltas: “Venimos a decirle rotundamente no a ninguna
reforma laboral entreguista”, afirmó y provocó los primeros aplausos.
Aseguró luego que la central obrera va a oponerse en todos los ámbitos
al intento por avanzar sobre los derechos laborales. Se refería a la
justicia, en el Congreso, pero también en la calle. Fue ahí la primera
vez que se escuchó brotar desde los parlantes la palabra paro: “Ojo con
lo que hacen, porque el pueblo y la patria se defienden. Si no nos
escuchan, vamos a un paro nacional”.
Luego le apunto a la falacia
oficialista sobre la mágica generación de empleo que produce quitar
derechos laborales. “No nos dejemos engañar más”, señaló, y convocó a
organizarse para defender el trabajo y las familias porque lo que busca
este proyecto no es para beneficar a las pymes sino para beneficiar
directamente a los sectores del poder económico concentrado. A los
ricos.
El segundo en hablar fue el titular del gremio del vidrio cuya
sede fue atacada en la madrugada del lunes. Cristian Jerónimo habló sin
tener noticia alguna sobre el avance de la investigación policial del
hecho.
“Estamos completamente en desacuerdo con esa reforma regresiva
que quieren instalar para quitarle derechos a los trabajadores”, lanzó
desde el escenario y se escucharon vítores. El dirigente no solo hizo
referencia al sol inclemente ni a las fuerzas de seguridad al sostener
nada iba a detener la movilización y el repudio a la ley laboral:
“Estamos demostrando que no nos para ni el calor, ni la Gendarmería, ni
la Prefectura”.
Jerónimo recordó que hay en el país 20 mil empresas
pymes menos, que debieron cerrar y que además eso se traduce en otros
miles de desempleados. “¿Dónde está la lluvia de dólares que nos
prometieron? La gente la está pasando mal, se lo decimos al Presidente.
Este modelo económico ya fracasó”, gritó como para que Milei lo
escuchara.
Jerónimo habló de la transferencia de recursos de los
sectores postergados hacia los más concentrados que implica el modelo
que aplica el gobierno libertario. A eso le sumó la entrega de recursos
naturales y, por último, el impacto social del ajuste del que se jacta
Milei: “No tienen corazón cuando atacan a los discapacitados, a nuestros
jubilados, cuando desfinancian nuestras universidades públicas y la
salud pública”, aseguró.
El último en acercarse al micrófono fue el
titular del gremio del seguro, Jorge Sola. Fue directo al grano. Recordó
que este tipo de proyecto laboral no es nuevo. Tiene medio siglo cuando
la última dictadura lo quiso aplicar o en los 90 neoliberales
menemistas. Incluso la experiencia trunca de la Alianza, el macrismo y
ahora Milei.
“Quieren crear un fondo de despidos laborales para que
despedir sea gratis”, dijo y advirtió que ese dichoso fondo se nutriría
de “la plata de los aportes de los jubilados”.
Sola cuestionó una de
las palabras eje del discurso libertario: Libertad. Afirmó que abusan de
esa palabra e indicó que “no hay libertad sino no hay justicia social,
le pese a quien le pese”. El triunviro entonces buscó contraponer a ese
abuso que dijo con la necesidad de reivindicar y reconstruir lo que los
libertarios dicen odiar: la justicia social.
“No nos olvidemos que
tenemos que construir social y políticamente para enfrentar a este
gobierno. Tenemos que sentir, tenemos que escuchar, tenemos que ser
humildes. Tenemos que volver a emocionar con la bandera de la justicia
social, volvamos a emocionar", convocó y agregó que “cada batalla que
damos es una conquista, por eso en todo el país tenemos que salir a
batallar, porque la justicia social existe y nos hizo mejores”.
Sobre
el final de su discurso, Sola advirtió que el gobierno busca romper el
contrato social porque “ya no les interesa que los trabajadores formen
parte del diálogo. Pero no hay libertad si no hay Justicia Social. Sigan
sin escucharnos y se encontrarán con la profundización de este plan de
lucha. Terminaremos con un paro nacional".
Poco después finalizó el
discurso. La marcha peronista surgió de las columnas de parlantes.
Rostros sudoros la entonaron a voz en cuello. Poco a poco las columnas
se retiraron.








