PERSONERÍA JURÍDICA MATRÍCULA 32264
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Vergüenza ajena

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Vergüenza ajena
Reflexión sobre la cacerolera Azuleña que pintó sobre el logo de Madres de Plaza de Mayo.
Por Miguel Di Spalatro


Vejar los pañuelos de las madres, es faltarle el respeto a los 30 mil muertos que el terrorismo de estado dejó en su intento por suprimir las utopías subordinando por el poder de las armas los ideales de una generación que aspiraba a vivir en un país más justo.
Vejar los pañuelos de las madres, es ofender el dolor de quienes aún hoy siguen pidiendo justicia para sus hijos a los que desaparecieron desde la dictadura genocida que apoyó la Sociedad Rural.
Vejar los pañuelos de las madres, es reírse de las abuelas que no claudican en la búsqueda de nietos apropiados ilegítimamente, paridos en cautiverio, nacidos en salas de tortura entre picanas y gritos desgarrados.

Ultrajar el símbolo emblemático de las mujeres que enfrentaron con una ronda, desde su debilidad frente al poder, pero a la vez desde la fortaleza de ser madres, las bayonetas y fusiles  que sometían al pueblo, es ofender al pueblo mismo. Es ofender a cada hijo, a cada mujer, a cada argentino bien nacido.

Y  es también demostrar cuál es el fin que persiguen ciertos sectores minoritarios que no conocen el dialogo, que  no están acostumbrados a la paz, que privilegian sus mezquinos intereses económicos y personales por sobre los de la nación.

Pero no debe extrañarnos que estos sectores de la oligarquía agropecuaria que a sable y balas durante la conquista del desierto (curiosamente  financiada también  por  la Sociedad Rural) se apropiaron de tierras que ya tenían dueños,  sigan fomentando el odio.

Odian que el hijo de su peón tenga una netbook y que para colmo el peón tenga derechos y cobre el sueldo en blanco.

Odian la justicia social que mejora la calidad de vida de los sectores postergados. Para ellos la ecuación es: más justicia social, menos empleadas domésticas.

Odian la inclusión que para ellos significa perdida de privilegios.

Odian a cada argentino que piense distinto. Para ellos el pensamiento debe ser hegemónico.

No toleran que la democracia se quede para siempre y que el pueblo elija en libertad cual será su destino.

Y en su cobardía, y en la desesperación de verse cada vez más solos, la estanciera de Azul busca protagonismo ante las cámaras y nos avergüenza.

Nos avergüenza como azuleños al ver el nombre de la ciudad junto al suyo debajo de la foto en que quedó estampado el vandálico momento en que veja los emblemáticos pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo pintados alrededor de la pirámide.

Nos avergüenza  que de este pueblo de hombres y mujeres trabajadores y cultos emerja la barbarie.

Nos avergüenza convivir con una golpista que el 2009 pedía a gritos que vuelvan los militares.

Pero también la comprendemos.

Estaba exaltada ante el fallido cacerolazo de los barrios paquetes. Esta nerviosa ante un gobierno que llega integro al 2015. Esta molesta por las conquistas logradas y vislumbra que ya no se podrá volver atrás. Y le teme al futuro. Y le duele la alegría de un pueblo que crece con memoria sobre un pañuelo blanco.

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17/11/2014 (2062)        compartir en facebook compartir en twitter compartir en G+ compartir en Whatsapp



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