PERSONERÍA JURÍDICA MATRÍCULA 32264
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Gerardo Milman, un lastre que el PRO no termina de arrojar

http://arbia.com.ar/imagenes/milman_3.jpgEl diputado, hoy en el ojo de la tormenta por sus vínculos con el intento de magnicidio contra CFK y por sus irregularidades, pasaba desapercibido cuando militaba en el radicalismo de Avellaneda. Su historia hasta llegar al PRO. Los cambios bruscos de humor y la ambición tardía, etapas de una transformación que hoy perturba a Juntos por el Cambio a nivel nacional y en la provincia de Buenos Aires. Por Gastón Garriga . Gerardo “Jerry” Milman, el hombre que según un testigo, afirmó en el bar “Casablanca” horas antes del intento de magnicidio a Cristina Fernández de Kirchner que “cuando la maten yo voy a estar en la costa”, cada día se convierte en un lastre mayor para Juntos por el Cambio en vísperas de un año electoral.

Y no solo a nivel de toda la Argentina. También en la provincia de Buenos Aires.
El lugar común dice que para el peronismo la Provincia es la madre de todas las batallas. Pero lo es para todas las fuerzas. Mauricio Macri no ganó la Presidencia en 2015 solamente porque los votantes cordobeses inclinaron la balanza en su favor. Aunque María Eugenia Vidal había ganado la gobernación junto con la primera vuelta nacional, en el ballotage Macri perdió a Presidente en territorio bonaerense. Pero obtuvo el 49,1 por ciento, muy poco menos que el 50,8 por ciento de Daniel Scioli.
Por eso ahora cada referente o precandidato del PRO mira obsesivamente a la Provincia. Macri, por ejemplo, logró nacionalizar una votación como la de las jubilaciones de los empleados del Banco Provincia y así presionó a los legisladores radicales que, en privado, confesaban su vocación acuerdista. Horacio Rodríguez Larreta lo impulsa a Diego Santilli, a quien le resulta difícil desprenderse de la sombra creciente de sospechas alrededor del ministro de Seguridad porteño Marcelo D'Alessandro. Y Santilli mismo no es un extraño: fue el jefe de D'Alessandro. Patricia Bullrich, que juega con Cristian Ritondo, Javier Iguacel y Joaquín de la Torre para la gobernación, también está obligada a hacer equilibrio entre criticar al kirchnerismo porque presuntamente estaría montando un show para aprovechar las debilidades de Milman y, a la vez, no tirar de la soga: nunca se sabe dónde termina apretando. Sobre Milman pesan cada vez más sospechas. Una de las las últimas se debe a que el juez en lo Comercial Pablo Frick intervino la sociedad Salvattore Group, armada por la ex Miss Argentina Carolina Gómez Mónaco y por Fernando Daga, ambos colaboradores del diputado Milman. Ambos montaron la empresa en septiembre de 2017, justo cuando Gómez Mónaco fue nombrada por Bullrich y Milman, entonces cabezas del Ministerio de Seguridad, como directora de la Escuela de Inteligencia Criminal. Su hermana Daniela fue nombrada jefa administrativa, a cargo de fondos oficiales, tanto públicos como reservados.
La repercusión bonarense de estos datos es cada vez mayor. El martes, en el acto de inauguración de un polideportivo en Avellaneda, Cristina Fernández de Kirchner pidió investigar a fondo esas presuntas irregularidades. Y el jueves, en su último acto del año, en La Plata, el gobernador Axel Kicillof defendió a los empleados estatales con esta frase: "Si quieren buscar ñoquis no los busquen entre los docentes, los policías y los médicos sino entre los asesores del diputado Milman".
Machos beta
En su muy recomendable libro, “La alegría se volvió de derecha”, el sociólogo Pablo Stefanoni, repasa las distintas tribus que confluyen en lo que hoy se denomina globalmente como alt rights, nuevas derechas con vocación de poder, que incomodan incluso a los conservadores tradicionales. Una de esas tribus, dice Stefanini, es la de los machos beta, hombres inteligentes pero no descollantes, sin cualidades para el liderazgo, acostumbrados a ocupar posiciones subalternas, con expectativas y deseos incumplidos y la consecuente carga de frustración.
Además de ser un lastre incómodo para el PRO a nivel nacional y bonaerense, Milman parece reunir varias de esas condiciones.
Criado en una familia judía de Avellaneda, supo de chico lo que son las diferencias de clase y estatus. El club de Jerry, el modesto SIJA, que ni siquiera contaba con cancha de fútbol de once propia y tenía que alquilarla, contrastaba con el confort de Macabi o Hacoaj. Cuando les tocaba ir de visita por alguna competencia o actividad, el grupo de Jerry, cuentan sus amigos, intentaba disimular la fascinación. Pero eso no duró mucho. Nacido en 1966, a principios de la adolescencia Jerry dejó el fútbol. O más bien, a la inversa. Dejó de tener un lugar en el equipo. Y entonces su consuelo fue el tenis. Sus amigos de entonces lo recuerdan como un muchacho tranquilo, cómodo en el anonimato. Ninguno lo recuerda preocupado por la seguridad. Sí registran que lo marcó un extraño episodio. Tenía unos catorce o quince años, tomaba un helado con ellos en El Piave, a media cuadra de la plaza Alsina, la principal de Avellaneda, cuando un desconocido le estrelló, de la nada, su puño en la cara, en forma de directo. Jerry pasó un rato en el suelo. Ese episodio lo volvió aún más reservado. La ola alfonsinista de 1983 arrastró al radical Luis Sagol a la intendencia de Avellaneda, que retuvo en 1987. El radicalismo se apalancaba en los votos de Avellaneda Centro, la cabecera del partido, y Piñeyro. Wilde, Sarandí, Dock Sud y Domínico, en cambio, eran peronistas, pero menos densamente pobladas: no alcanzaba. Hasta que, en 1991, Baldomero “Cacho” Álvarez de Olivera terminó con la hegemonía radical en el distrito, justo cuando Jerry empezaba a militar.
En los años ochenta y noventa, las figuras preponderantes del partido centenario eran Juan Manuel Casella y Fernando Landaburu. Tal vez por eso, a los protagonistas de esta historia les cuesta encontrar anécdotas de Milman, a quien recuerdan como militante de un sector minoritario, siempre en tensión con la conducción. Tampoco participó demasiado de la vida pública de Independiente, club del que es hincha. En algo, sin embargo, coinciden los que lo trataron: Jerry no mira a su interlocutor a los ojos. Mira a los costados, a un punto indeterminado o, más cerca en el tiempo, mira su teléfono.
Nunca tuvo locales, no tenía tropa. Pero logró colar dos concejales en la lista de 2003, Rubén Conde y Damián Paz, que son sus incondicionales hasta hoy. De esa época, post estallido de diciembre de 2001, le reconocen su empeño para armar la mesa social local, con sectores de la Iglesia y los movimientos sociales, para lograr una mínima contención alimentaria de los más vulnerables.
En 2007, Jerry rompió con la UCR, siguiendo a Margarita Stolbizer. El partido acompañaría la candidatura de Roberto Lavagna. Ellos, la de Elisa Carrió. Aunque todos quedaron muy lejos de CFK, la competencia que verdaderamente importaba a la diáspora radical la ganaron Stolbizer y Jerry: 23 puntos de Carrió contra casi 17 de Lavagna. Liberado de la estructura partidaria y envalentonado por el resultado, Jerry empezó a jugar con más audacia.
En 2013 se integró, como representante de la oposición, al directorio de la AFSCA, que presidía Martín Sabbatella. Por entonces, Nuevo Encuentro, la fuerza de Sabbatella, estableció que sus militantes podían derivar directamente de su recibo de sueldo, una contribución al partido de hasta 8 puntos porcentuales. A Jerry, que atravesaba sus últimos días en el progresismo, el tema le interesó mucho y quiso imitarlo. Tanto, que a pedido suyo Sabbatella envió a alguien de su mesa chica a reunirse con él y explicarle la medida y sus alcances. Tras escuchar la catarsis inicial de Jerry, el emisario de Sabbatella se sorprendió. A Jerry no le interesaba transparentar ni discutir el financiamiento de la política. Su preocupación era otra. Su tropa aceptaba gustosa los contratos que él ofrecía, pero no estaban dispuestos a poner un peso. Jerry tenía problemas para hacer respetar su autoridad, incluso entre los propios.
A la política de Avellaneda le cuesta conciliar las dos imágenes, la de aquel muchachito  siempre lejos de donde se corta el bacalao y este funcionario y diputado todo terreno, metido por una carambola en el mundo de la seguridad. ¿Uno dejó paso al otro? ¿O ambos conviven, como en el clásico relato de Louis Stevenson, “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde”?
De la falda al bife
Alguien que lo trató en la transición de diciembre de 2015 afirma que “es un fenómeno común cuando una fuerza política crece rápido, porque se nutre de tipos que vienen de otros espacios y en el nuevo lugar encuentran las oportunidades personales que antes se les negaban”. Y agrega: “Cuando asumió, en 2015, no tenía idea de seguridad. No sé si habrá aprendido algo”.
Otras especulaciones lo ligan a la embajada de los Estados Unidos. Dice un viejo conocido: “Fuiste siempre un cuatro de copas. De golpe, ya grande, te convertiste en un siete bravo o en un ancho de bastos. Todo pasa por vos. ¿Qué más querés? Una vida comiendo falda parrillera, descubrís el bife de chorizo y no hay vuelta atrás. Tal vez él mismo alienta el mito de la embajada”.
En el Ministerio de Seguridad, Patricia Bullrich tenía dos espadas importantes. Uno era Pablo Nocetti, recordado por haber estado justo en el momento y en la zona en que desapareció Santiago Maldonado, en el marco de un operativo de Gendarmería Nacional en la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia Cushamen, sobre la ruta 40. La otra espada era Jerry.
Los que la conocen bien, le atribuyen a Bullrich, en sus movimientos palaciegos, una prudencia que contrasta con su pirotecnia mediática. Frente a ciertos personajes de la política, prefiere poner distancia. En sus propias palabras, “mandar soldaditos”. Era el caso del secretario de Seguridad y virtual viceministro, Eugenio Burzaco. Los Burzaco, con múltiples intereses y terminales, que van de la empresa “Administradora de Archivos”, A de A, competidora de Iron Mountain, a la FIFA, son una de ellas. Otro tanto ocurría con el ministro de Seguridad de la provincia, Cristian Ritondo. Por eso Milman pasó, de subsecretario de Seguridad Interior a jefe de gabinete en la etapa posterior. Un premio.
Lo que perdura en Jerry, coinciden varias fuentes, es esa condición impredecible. A veces desmedido en su audacia y ambición, a veces casi con problemas de autoestima. Jerry en modo Dr. Jekyll no sabía cómo hacer que sus funcionarios aportaran dinero a la estructura partidaria. En modo Mr. Hyde, intentó disputarle a Ritondo la jefatura del bloque Pro en Diputados, cuando se conformó la cámara en diciembre de 2019, con los ingresantes de las elecciones de octubre. Ritondo lo resolvió “por arriba”. Le bastó con exhibir los apoyos de Macri y Larreta. El golpe sumió a Jerry en un estado sombrío y taciturno por semanas.
De a poco Bullrich parece ir separándose de Jerry. Primero dejó trascender que lo haría abandonar la vicepresidencia del bloque nacional de diputados PRO. Y ya dejó de ser su jefe de campaña. Lo reemplazó el actual legislador porteño Juan Pablo Arenaza, quien está convencido de que "un candidato radical con Patricia Bullrich daría prestigio a nuestra fórmula". Para que no queden dudas sobre su eje de campaña le dijo al editor Jorge Fontevecchia: "Patricia está expresando lo que miles de argentinos están buscando, que es una sociedad con orden, donde se respete la ley, con reglas claras en la convivencia diaria. Y hace mucho tiempo que ella encarna eso. También queremos que el campo sea el motor productor del país, que la industria esté ordenada, con precios justos para los consumidores". Consultado sobre el apartamiento de Milman, respondió: "No es fácil para ningún ciudadano que, de un día para el otro, la vicepresidenta te acuse de querer matarla. Eso impacta en la salud de las personas. Algún día Cristina Kirchner va a tener que dar explicaciones de lo que hizo, porque acusar a alguien de querer matarla sin pruebas firmes me parece que no está bien. Es un disparate lo que le hicieron a Milman". Agregó también Arenaza: "Lo que hago no es reemplazarlo sino seguir con la campaña estábamos haciendo. Gerardo se va a tomar un tiempo porque esto afectó su salud".
Queda por ver cómo le caerá su progresivo desplazamiento al mismísimo Jerry, cuya inestabilidad dejó de ser un secreto. ¿La aceptará mansamente como el Doctor Jekyll? ¿O buscará venganza como Mr. Hyde?

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02/01/2023 (6503)        compartir en facebook compartir en twitter compartir en G+ compartir en Whatsapp



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