El piso de cristal
Por Ignacio Fidanza. Milei ataca a sus aliados y sin embargo lo apoyan: es la opinión pública lo que miran. El riesgo de un Zabriskie Point libertario. La decisión de los tres bloques aliados del Gobierno es votarle alguna versión de la ley ómnibus. El PRO, el bloque de Pichetto y Monzó y los radicales, priorizarán la defensa de los artículos que favorecen el equilibrio fiscal. El resto, libertad de acción y que se arreglen como puedan, en una sesión que promete escenas nunca vistas. Milei se asoma a ese límite vertical con el entusiasmo del escalador amateur: audacia y baja percepción de riesgo. Y todavía no hablamos del Senado donde Villarruel la tiene difícil. Pareciera que el gobierno se olvida que el sistema constitucional argentino prevé que las leyes pasen por dos cámaras, cuando ponen plazos ridículos para la sanción de la ley que pretende ser fundacional. La decisión de los bloques aliados de preservar el corazón fiscal de la ley es un mensaje muy claro a la Casa Rosada: la estrategia de salida del gobierno de lanzar dos mega normas que mezclan negociados, reformas necesarias, estupideces y debates de muy largo plazo, fue mala. Caputo y Barra comparten ese diagnóstico, pero es muy difícil penetrar el círculo iluminado que forman Milei, su hermana y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse.
Si el gobierno insiste en defender la inclusión del artículo que 
refrenda el DNU en la ley ómnibus, no habrá dictamen único de los 
bloques aliados con los libertarios y el peronismo y la izquierda se 
darán el gusto de aprobar su rechazo a la ley como dictamen de mayoría. 
El único efecto práctico es que se tratará en primera lugar, no tienen 
número para aprobarlo. Pero como señal política permitiría a la 
oposición marcar a fuego la precariedad del número que realmente tiene 
la Casa Rosada.
Perdidos en el Paraíso
Milei tiene un método muy 
extraño de seducción. Para conseguir esos votos que le faltan en el 
Congreso, caracteriza a los diputados de los bloques aliados de coimeros
 y amenaza con investigar su patrimonio si le modifican demasiado la 
ley. Trata así a gente que en los hechos es la que integró las 
comisiones y trazó una hoja de ruta para aprobar la ley, ante la 
inexperiencia de los diputados libertarios. Pero la pregunta es: ¿Por 
qué igual lo apoyan?
Hay algunos masoquistas entre esos diputados, 
pero en la mayoría prevalece el mismo cálculo político que impulsa a 
Macri a practicar una tolerancia que no se le conocía. Una parte 
importante de la sociedad sigue esperanzada en el éxito del experimento 
Milei. "Hay que votarle los instrumentos para transferirle la 
responsabilidad y que no nos acusen de ser los culpables de su fracaso",
 afirma con cinismo uno de los diputados macristas que con más énfasis 
defiende a Milei en las redes.
Milei tiene un método muy extraño de 
seducción. Para conseguir esos votos que le faltan en el Congreso, 
caracteriza a los diputados de los bloques aliados de coimeros y amenaza
 con investigar su patrimonio.
"Un gobierno serio hubiera mandando el
 paquete fiscal para aprobar en extraordinarias y poder afrontar rápido 
la crisis macroeconómica y todas las otras reformas a partir de marzo", 
explica uno de los diputados con más experiencia. Macri coincide con ese
 diagnóstico y en privado tilda a Milei de "improvisado".
Es posible 
entonces que estemos ante una enorme confusión del Presidente, que ataca
 a sus aliados, se niega a acuerdos formales y en definitiva se maneja 
como si fuera Mike Tyson en su mejor época: nada que negociar total 
tengo una derecha matadora. Esa derecha no es suya, es la opinión 
pública que aún a costa de sacrificios enormes, sostiene la esperanza de
 un futuro mejor, porque cuando se pierde casi todo, sólo queda la 
esperanza.
Estamos entonces ante un piso de cristal que se llama 
tolerancia social. Auscultar la solidez de ese vidrio debería ser una 
prioridad cotidiana del gobierno, mientras intenta avanzar con su 
programa. Pero nada de eso está pasando. En la reunión secreta que el 
ministro del Interior, Guillermo Francos, tuvo este jueves con un grupo 
de intendentes peronistas del Conurbano, se abordó el tema con crudeza. Y
 con la misma frontalidad, Francos dejó claro que no logra que Milei lo 
escuche.
Si esa tolerancia social se resquebraja -un escenario 
posible no ya por la falta de medidas de contención, sino directamente 
de registro de su necesidad-, Milei podría enfrentarse a dos males 
combinados: pérdida de popularidad y al mismo tiempo del apoyo político 
de Macri, los radicales y la distintas fuerzas que integran el bloque de
 Pichetto, que viene tolerando a disgusto sus desplantes. Un Zabriskie 
Point libertario, sin el glamour de Daria y Mark incendiándose en el 
desierto de California.
Un dirigente importante de las fuerzas 
aliadas cree que es necesario bucear en la psicología de Milei para 
encontrar las razonas que la política no ofrece: "Milei se considera un 
elegido y en esa mirada mística, inmolarse no es un fracaso". La idea 
del héroe solitario que luchó hasta el final contra una casta rapaz que 
vampirizaba al pueblo puede ser tentadora, salvo que se mire más de 
cerca al gobierno y se encuentren sorpresas como la supervivencia del 
régimen de Tierra del Fuego, símbolo máximo de protecciones dirigistas 
con nombre y apellido (dos nombres y dos apellidos).
Estamos entonces
 ante un intento de corrección macroeconómica mayúscula, que busca 
terminar con los desequilibrios de raíz, pero que en el camino cede ante
 algunos intereses y otros no, en una selección sin una lógica política 
articulada y que al final del camino -si se baja el aumento de las 
retenciones y la desregulación de los medicamentos, por ejemplo- puede 
terminar plasmando un programa donde el corazón del ajuste lo paguen la 
clase media y los jubilados.








