Hacia otra nueva devaluacion
Con tasas de interés hipernegativas la especulación apunta a un nuevo ajuste del tipo de cambio oficial. En la city casi todos están esperando otra devaluación. Algunos inversores apuestan a mediados de marzo y otros en el transcurso de abril, pero existe coincidencia acerca de que habrá una nueva devaluación. Mientras, suben los dólares financieros y se amplía la brecha cambiaria. Por Federico Kucher. Pese a los mensajes de Milei de liderar un hiperajuste fiscal, los dólares no ingresan y a la Argentina no le creen ni los inversores de afuera ni los de adentro. (Fuente: Dafne Gentinetta) Pese a los mensajes de Milei de liderar un hiperajuste fiscal, los dólares no ingresan y a la Argentina no le creen ni los inversores de afuera ni los de adentro.
El presidente Javier Milei fue la semana pasada al Foro Económico 
Mundial para ofrecer un discurso de amor al mercado y de odio al Estado.
 Se llevó otro guiño en las redes sociales del multimillonario Elon Musk
 y generó repercusiones de todo tipo a nivel internacional. Si bien hubo
 mucho ruido, lo importante sigue sin aparecer. Los dólares no ingresan y
 a la Argentina no le creen ni los inversores de afuera ni los de 
adentro.
El equipo económico de Luis Caputo sigue sin poder convencer
 al mercado de su estrategia para ordenar la economía en los próximos 
meses. Una forma simple de verlo es con el precio de los dólares 
financieros. La semana pasada la cotización del contado con liquidación 
llegó a superar 1300 pesos, cuando había llegado a ser de menos de 870 
pesos a fines de diciembre. Es decir, en tres semanas dio un salto del 
50 por ciento.
Las expectativas de devaluación del dólar oficial 
siguen avanzando en la medida que aumenta la brecha cambiaria. Las 
agencias de bolsa recomiendan a sus clientes cubrirse con títulos dólar 
linked (o sea, bonos que se compran en pesos y ajustan en función del 
tipo de cambio mayorista). El escenario con el que se manejan es que el 
Gobierno convalidará una nueva devaluación antes de la liquidación de la
 cosecha gruesa de soja en abril.
Los datos duros de la política 
monetaria permiten entender este supuesto que empieza a tomar forma de 
profecía autocumplida. Los pesos que se encuentran en la economía no 
tienen alternativas para cubrirse contra el desgaste que les genera la 
inflación. La tasa de interés de referencia es menos de un 10 por ciento
 mensual y la inflación sube a un ritmo mayor al 25 por ciento.
Se 
puede poner con un ejemplo para el caso del ahorrista minorista. Si 
invierte durante un mes 100 pesos, recibirá 110 pesos. Se trata de una 
cifra que debería ser 125 pesos para mantener el poder de compra. En la 
medida que no puede cubrirse contra la inflación, y la tendencia de los 
precios no se modera, la respuesta es la compra de dólares blue o 
financieros.
Esto último lleva a incrementar la brecha cambiaria, 
algo que ocurrió con una velocidad impactante en las últimas tres 
semanas, y genera tierra fértil para que todos los incentivos de la 
economía se alineen directamente con la idea de que habrá una nueva 
devaluación del tipo de cambio oficial. Por ejemplo, los exportadores 
piensan dos veces antes de liquidar productos y los importadores 
apuestan por adelantar todas las compras posibles.
Un nuevo salto del
 dólar mayorista, justo cuando estarán subiendo transportes y tarifas y 
se estarán renegociando salarios, podría tener efectos impensados para 
un mercado interno que ya se mueve con tasas de inflación elevadísimas y
 una inercia que parece cada vez más difícil de cortar.
Gran parte de
 la incertidumbre del mercado se asocia en forma lineal con esta 
situación: sin dólares en las reservas y una segunda ronda de 
devaluación en la mira, el riesgo de que las principales variables de la
 macroeconomía ingresen en una fase de espiralización no puede 
descartarse. El equipo económico de Milei se está moviendo al límite y 
no parece dispuesto a recular.
La estrategia del Gobierno de fijar 
tasas de interés muy por debajo del ritmo de inflación es deliberada y 
busca licuar la masa de pesos que se mueve en el mercado interno. Una 
estrategia que se complementa además con la pérdida cada vez más extrema
 del ingreso real de los trabajadores, puesto que el nivel de los 
salarios nominales sube muy por debajo de los precios.
Con una lógica
 puramente monetarista, consideran que achicando el stock real de pesos 
(y también acotando los flujos a partir de los impactos distributivos) 
tendrán todas las condiciones para ordenar la economía. Una idea que se 
intentó muchas veces y tuvo resultados frustrantes. Mientras tanto, el 
problema estructural de la Argentina que es la falta de dólares no lo 
resuelve ni el cariño de Elon Musk.








