Economía en Crisis Preelectoral
Cuál es el plan del Gobierno si Luis Caputo se queda sin dólares para vender después de la elección. El riesgo país supero los 900 puntos. A pesar del bajo perfil adoptado, el ministro de Economía evalúa cómo seguir para estabilizar el mercado del dólar y las tasas. ámbito.com | Julián Guarino. La economía atraviesa un momento crítico a las puertas de las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires. La incertidumbre política, combinada con la presión sobre el tipo de cambio, pone a prueba la capacidad del Gobierno para mantener la estabilidad. Un resultado adverso en los comicios podría desatar una mayor demanda de dólares, tensionando las reservas internacionales del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que ya se encuentran en terreno negativo.
En este contexto, el Ejecutivo ha preparado un plan alternativo, no
anunciado oficialmente, pero que se perfila como una maniobra pragmática
para garantizar liquidez en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC).
Este plan B se centra en la reducción de la Posición Global Neta de
Moneda Extranjera (PGNME) de los bancos, una medida destinada a liberar
dólares y contener la volatilidad en un mercado bajo presión. La PGNME
representa el balance neto de activos y pasivos en moneda extranjera que
las entidades financieras pueden mantener, incluyendo operaciones al
contado, a término y otros instrumentos ligados al tipo de cambio.
Recientemente, el BCRA reforzó los controles sobre esta posición con
medidas como la Comunicación “A” 8311, que limitó la capacidad de los
bancos para incrementar sus tenencias de divisas al cierre de cada mes y
estableció un cumplimiento diario de la PGNME negativa a partir de
diciembre de 2025. Estas restricciones buscan evitar movimientos
especulativos que desestabilicen el MULC, mientras que el aumento de los
encajes bancarios ha reducido la liquidez en pesos, limitando la
demanda de dólares por parte de las entidades financieras. Sin embargo,
estas medidas han generado críticas en el sector bancario, que percibe
un endurecimiento de las reglas en un contexto de alta incertidumbre.
Los bancos, la variable de ajuste en el mundo dólar El plan B del
Gobierno, diseñado como una herramienta de emergencia ante un posible
escenario postelectoral adverso, implicaría una profundización de estas
restricciones. Reducir aún más los límites de la PGNME obligaría a los
bancos a desarmar posiciones en dólares, ya sea vendiendo divisas en el
MULC o ajustando sus carteras de activos dolarizados. Esto generaría un
flujo inmediato de dólares al mercado, aliviando la presión cambiaria
sin necesidad de recurrir masivamente a las reservas del BCRA. Según
pudo saber Ámbito, esta medida estuvo sobre la mesa de decisiones hace
apenas algunos días, pero el ministro Luis Caputo prefirió esperar y no
seguir tensionando la relación con los bancos. Esto fue así porque la
estrategia conlleva riesgos significativos. Forzar a los bancos a
desprenderse de sus tenencias en moneda extranjera podría generar
fricciones en el sistema financiero, especialmente si las entidades
interpretan estas medidas como un cambio abrupto en las reglas de juego,
como ya han señalado en el pasado. Esta semana, el Tesoro intensificó
sus esfuerzos para contener la volatilidad cambiaria, interviniendo
directamente en el MULC con ventas significativas de dólares. El martes
2, coincidiendo con el anuncio de una nueva estrategia de intervención,
el Tesoro vendió u$s200 millones, aunque el miércoles revirtió
parcialmente esta dinámica. Ayer jueves, las ventas se reanudaron con
una inyección de u$s150 millones. Estas operaciones, lideradas por el
secretario de Finanzas, Pablo Quirno, buscaron estabilizar el tipo de
cambio, que cerró en $1.365 tras un repunte de los dólares financieros y
oficiales, mientras el dólar blue mostró una leve baja. Sin embargo, el
BCRA continuó perdiendo reservas, evidenciando la dificultad de
sostener el equilibrio cambiario en un contexto de incertidumbre
electoral. A pesar de estas intervenciones, el mercado mantiene la
guardia alta. Según estimaciones, el Tesoro contaba inicialmente con un
poder de fuego de u$s1.800 millones para intervenir hasta las elecciones
nacionales. Con las operaciones recientes, se calcula que le restan
aproximadamente u$s1.600 millones, una cifra limitada para enfrentar una
posible corrida cambiaria, especialmente si los $65 billones en
depósitos a plazo fijo migran hacia el dólar, forzando al BCRA a
intervenir en el techo de la banda cambiaria, actualmente en $1.482.
El frente financiero, cada vez más complicado
La
autorización del Fondo Monetario Internacional (FMI) para estas ventas,
condicionada al uso de recursos del superávit fiscal, refleja la
delicada relación entre el Gobierno y el organismo, que exige acumular
reservas para cumplir con las metas del programa de u$s20.000 millones
acordado en abril. El impacto de las elecciones bonaerenses añade una
capa adicional de complejidad. Las encuestas sugieren que el peronismo
podría obtener una victoria contundente en la tercera sección electoral,
mientras que la primera sección anticipa una contienda más reñida.
Aunque se espera que La Libertad Avanza (LLA) capture una porción de
votos más significativa en las secciones, el peronismo podría consolidar
un respaldo mayor, fortaleciendo su posición de cara a los comicios
nacionales.
Este escenario mantiene en vilo a los mercados, que ven
en el resultado electoral una señal sobre la capacidad del Gobierno para
sostener su agenda económica. Comparado con 2023, cuando el peronismo
ganó la tercera sección por 16 puntos, las proyecciones actuales indican
una brecha menor, pero suficiente para mantener la presión sobre el
oficialismo. El dato es que, más allá de lo electoral, los analistas
comienzan a restarle peso a los comicios como determinante exclusivo de
la dinámica económica.
El Gobierno enfrenta desafíos estructurales
que trascienden el resultado de las urnas. Los superávits gemelos, que
fueron un pilar de la gestión de Milei, evidencian un futuro que no es
promisorio: el superávit financiero no sólo se perdió, sino que en
julio, tomando los intereses que se capitalizan, hubiera dado en déficit
de $19 billones. Por otro lado, el primario está en riesgo tras la
reciente aprobación en el Senado de la emergencia por discapacidad, que
invalidó el veto presidencial. Estas presiones fiscales, combinadas con
un atraso cambiario estimado entre 20% y 30% en términos reales,
dificultan la acumulación de reservas y generan dudas sobre la
sostenibilidad del esquema de bandas cambiarias, que permite al tipo de
cambio flotar entre $1.000 y $1.400, con ajustes mensuales de -1% y +1%,
respectivamente.
El plan B, centrado en la reducción de la PGNME, se
presenta como una herramienta de contención para ganar tiempo frente a
un escenario de alta volatilidad. Sin embargo, su efectividad dependerá
de la magnitud del ajuste, la reacción del sistema bancario y la
capacidad del BCRA para gestionar la liquidez de manera coordinada.